Arcos

Un chocero universal

El bioconstructor arcense Antonio ‘Gandano’ recibe uno de los premios del prestigioso ‘Richard H. Driehaus’ de construcción tradicional sostenible

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  • Antonio Saborido ‘Gandano’, hoy orgullo de Arcos. -

El bioconstructor arcense Antonio Saborido ‘Gandano’ recibirá el próximo 7 de octubre uno de los premios ‘Richard H. Driehaus’   de las Artes de la Construcción, concretamente en la modalidad de acabado. Estos premios son convocados anualmente por INTBAU (International Network for Traditional Building, Architecture and Urbanism) y cuentan con la colaboración del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, el Ministerio de Cultura y Deporte y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, entre otros organismos y entidades.

Las artes tradicionales de la construcción han ido recogiendo durante siglos el saber de generaciones sobre el uso sostenible de los recursos y las reglas esenciales para la creación con ellos de espacios y entornos bellos y confortables. Son estas artes tradicionales las que han dado lugar al patrimonio material que hoy podemos admirar.


Antonio Gandano pasaba de niño los veranos en una choza junto a su familia, cuando las barriadas rurales de Arcos estaban conformadas por este tipo de construcciones, pero no fue hasta pasados los veinte años cuando empezó a interesarse por el oficio y a trabajar primero con el maestro chocero Juan Braza y después con otro maestro de Arcos, Pepe el Manijero. Sin embargo, el papel de su padre en su formación en el oficio fue fundamental, ya que fue él quien le enseñó a conocer y comprender en profundidad el campo y los materiales que pueden encontrarse en él. Complementó su formación viajando por el mundo visitando y estudiando otros tipos de construcciones con cubiertas de pasto y colaborando con maestros de múltiples países. Esta experiencia convirtió a Antonio en uno de los referentes de su oficio a nivel internacional. Su maestría le ha llevado a colaborar con múltiples instituciones nacionales e internacionales para la recuperación y la implementación de este oficio tanto en España como en diversos países de Europa y África.

Antonio trabaja con materiales de proximidad: cañas, pastos, madera, tierra y piedra, que recoge en las inmediaciones de cada trabajo a realizar. En función del volumen que necesita, los obtiene él mismo o los encarga a otros proveedores, pero siempre evitando largas distancias en su transporte y más aún los sucedáneos o productos sintéticos que abundan en el mercado.  

Sus obras abarcan desde elementos pequeños como sombrillas de cañota, persianas de esparto o mantos de ocultación, entre otros, hasta techos más elaborados que requieren una estructura portante de madera, una subestructura de caña y el pasto atado a esta segunda. Estos atados pueden realizarse con cuerda de fibras vegetales o con alambre metálico. La primera tiende a pudrirse antes, por lo que en este caso suele optar por el cosido con metal, que requiere menos mantenimiento.

También realiza chozas habitables, íntegramente concebidas por él, y que construye desde los cimientos hasta la cubierta, incluyendo la realización de muros de piedra semiseca y de tierra aligerada, cubiertas vegetales y acabados con revocos y pinturas de cal.

Más allá de la ejecución de sus obras, dedica buena parte de su tiempo a la divulgación de este oficio para que se conozca, se respete y llegue algún día a ponerse en valor este tipo de construcciones, sostenibles como ninguna y bellas como pocas, pero que a menudo se menosprecian precisamente por su humildad. Además imparte cursos de formación en el Museo de la Cal de Morón y en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, entre otros, y acude con frecuencia a los colegios para mostrar también a los niños las virtudes de este tipo de trabajos.

El artesano dedica este premio a su familia que le inculcó el amor por el campo y sus tradiciones.

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